El encontrarnos con nosotros mismos. Encontrarnos con el ser que existe más allá del mundo físico que parecemos habitar. Indagar y examinar hacia el interior, un viaje hacia el conocernos, ese conocernos tan desconocido, tan temido, pero una vez experimentado, ya nunca más podemos abandonarlo. Es un período que transitamos, nos descubrimos, nos despojamos de aquello que creemos existe, y nos encontramos con lo que verdaderamente existe.
Eso experimentado es un vestigio ínfimo de aquello que verdaderamente somos, pero de ese vestigio nace la gran búsqueda, desde ese momento sólo buscaremos Ser quienes somos, eternamente.

viernes, 28 de enero de 2011

Recordar...


Por momentos recuerdo, y por momentos olvido... En ese olvido, en la oscuridad entre los árboles, encuentro el miedo, la desesperanza, el egoísmo, el odio, y lo más horrible que una mente pueda creer pensar. En esos momentos de olvido me pasan muchas cosas: discuto conmigo misma acerca de si tengo razones o no respecto a tal o cual cosa, por ende... JUZGO erróneamente y renuevo el circuito de culpa inconsciente que aparentemente hay en mi mente. También, entre otras cosas, pareciera que encuentro buenos motivos para depositar afuera esa culpa inconsciente: hay un otro, quien quiera que en ese momento se nos cruce, o tal vez una situación, que nos exige algo, que nos reclama algo, y creemos estallar en rechazo, en odio, en miedos. ¿Y qué hacemos? Sin ser novedad, JUZGAMOS erróneamente, porque simplemente juzgamos. Seguimos creyendo que existe algo allí afuera, que algo externo a nosotros puede hacernos daño, y como creemos que eso es posible, y la sensación que experimentamos es el ataque, lo que buscamos es matarlo. Si, señores, matarlo. No es un matar físico literal (y si nos tomamos un minuto para examinarlo vemos que aquellos lunáticos que sí matan literalmente, son iguales a quienes matamos con pensamiento, pero la diferencia está en la forma: ellos concretan el pensamiento en acto), pero en la mente creemos que estamos haciéndolo, realmente lo deseamos, y de ello deviene la culpa, esta culpa inconsciente de la que hablo que es el arma mortal de todos y cada uno de los que creemos habitar el mundo, en menor o mayor medida, pero la misma para todos en fin. Entonces claro, al reflexionar sobre esto, pienso y creo estar perdida...




¡Pero! (¡qué bueno que existe un "pero" en esta parte!) Afortunadamente podemos RECORDAR y ELEGIR. Tenemos el poder de DECIDIR qué queremos percibir, y en función de lo que percibimos, vivimos. Sí, esto quiere decir que en un momento, cuando caminaba por el bosque, rodeada de árboles y obscuridad, me encontré en un punto donde podía ver asomar el sol, y qué casualidad, entonces me di cuenta de que en realidad mi mente tiene el poder de elegir percibir de una manera o de otra, mi mente tiene el poder de juzgar que hay un afuera responsable/culpable de lo que me sucede, o puede optar por pensar que en realidad no hay culpables, ni afuera ni adentro, porque en realidad no hay nada que juzgar. Mi mente tiene el poder de elegir ver que todo y todos somos UNO, que cuando juzgo algo exterior a mi, es a mi mismo a quien estoy juzgando. Y fue entonces, como ya aclaré, casualmente, que vi la luz radiante en el cielo, esos destellos de luz, de vida y amor... Un amor tan hermoso que no me permitía otra cosa que pensar amor, y nada más. Allí entonces fue cuando recordé quién Soy. Me mantuve allí pensándolo, y recibiendo pensamientos de amor de algún lugar de mi mente que hasta ese momento desconocía. Un amor que no se parecía a ningún amor que antes haya experimentado, y el único pensamiento en aquel momento era el deseo de permanecer en aquel estado por siempre, eternamente. Esos pensamientos eran lo que verdaderamente soy: Amor.
Esos instantes cambiaron mi vida, cambiaron mi manera de percibir al mundo y a mi misma, y después de ese momento de luz, cuando retomé el camino hacia casa, en verdad sentí que estaba eligiendo volver a casa, al centro de ese AMOR, de la mano de esa luz y aquellos pensamientos, que si bien no puedo recordarlos, llegaron de alguna parte de mi para instalarse y nunca más irse, para pasar a ser mi forma de Ser, liberándome de culpas y castigos, odios y reconres. Es cuando también recordé que en realidad esto nunca había pasado,  lo negué y solté. Y cada vez que se presentara una situación/oportunidad, en lugar de juzgar, recordaría...
Se preguntarán ¿qué pasó después? O tal vez no... pero después de esa experiencia, no sólo que no volví a ser la misma de antes, sino que frente cada cosa que parecía pasar por delante de mis ojos decía "sos amor, y sos uno conmigo"... Allí la única posibilidad que queda, y la única que elijo es AMAR.

No hay comentarios:

Publicar un comentario